Pasan los años, las décadas, los siglos... Evolucionamos, perfeccionamos nuestros entorno, ampliamos conocimientos, incluso viajamos a través del ciber espacio... sin embargo, el ser humano parece seguir estancado en lo más profundo de lo establecido.
Son muchos los que hacen oídos sordos a la honestidad y deciden silenciar sus sentimientos; aquellos que les hablan de su verdadero ser, de sus sueños, de sus metas más ansiadas. Cohibidos por "el qué dirán", deciden engañarse a sí mismos para continuar con una vida que realmente no desean.
Así, ciegos por sus propios miedos, se dejan llevar por lo cotidiano al ritmo de la rutina. Infectados por el tedio, van despidiendo sus horas, esas que no volverán, y tristemente llegan al final de sus días insatisfechos, frustrados por no haberlo intentado al menos.
Es algo muy común, más de lo que nos imaginamos. El fantasma del convencionalismo continúa habitando entre nosotros también hoy. Tal vez no seamos capaces de reconocerlo, pero podríamos estar contagiados y no verlo, por esa venda con la que maquillamos nuestra cobardía.
En Barataria, quiero dejar a un lado la tradición más dañina, las opiniones más añejas y saltar al vacío; a ese espacio en el que Sancho y don Quijote se funden en un mismo espejo. Ese en el que nuestra vida se hace realidad en aquel reino con el que siempre soñamos, del que somos gobernadores únicos.
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Reino de Barataria |
Raquel Fernández
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