Nos sentimos en libertad, pero nos pusieron cadenas. Estamos tras una reja y no tenemos la llave. Buscamos la felicidad, siempre la perseguimos. ¿La encontramos...? Quien así lo cree, no lo afirma convencido.
-¿Anoche era
de día o ya había anochecido? Todo está oscuro. Se enciende una luz, otra se apaga...
Es el caos, la muerte, la desesperación.
-¿Por qué no nadamos hasta la otra orilla? No queremos. Creemos estar a salvo, aunque estamos dormidos. Quienes han osado despertar no han sido oídos y aquellos que son escuchados, no han vivido.
-¿Por qué no nadamos hasta la otra orilla? No queremos. Creemos estar a salvo, aunque estamos dormidos. Quienes han osado despertar no han sido oídos y aquellos que son escuchados, no han vivido.
-¿Soñamos,
dormimos? ¡Despertemos! Pasamos hambre, hay guerras, desastre y olvido. ¿A
dónde hemos llegado? Oigo el llanto de un niño. No
es su hijo, ya lo veo... ¿Dónde está el cariño, la ternura? Lo pintamos, lo escribimos, aunque no lo practicamos, pero sí que lo exigimos.
-¿De primero qué comemos? Enfermedad, pobreza,
humillación, despido... condena por ser distinto, rechazo por haber nacido.
-¿Quiere algo de soledad o mejor un cochinillo? La vergüenza está servida, es nuestra especialidad. Ayer se sirvió con sangre, hoy si quiere se la quito, pero es un poco más caro... ¿La quiere de aperitivo?
-¿Quiere algo de soledad o mejor un cochinillo? La vergüenza está servida, es nuestra especialidad. Ayer se sirvió con sangre, hoy si quiere se la quito, pero es un poco más caro... ¿La quiere de aperitivo?
Foto: Reino de Barataria |
-¿Qué me pongo esta mañana, el pantalón o el vestido?
Mejor no me pongo nada, pero ahí fuera… hace frio. ¿Por qué no nos damos
cuenta? Ni siquiera lo advertimos.
Mucho se dice, se habla, lo leemos en los
libros y ¿qué ocurre? Nada cambia. Todo sigue siendo lo mismo… Se lucha por el
poder, quien lo tiene es abusivo y aplasta a las cucarachas que han entrado en
el pasillo. -¡Ah! Estaban vivas. ¿Por qué no me lo habían dicho?-
Juguemos a la
ruleta. -¿Qué número es su preferido, Nueva York o Palestina?
-Yo apuesto por esa patera. ¿Puedo?, ¿no puedo...? ¡Qué
pena ya se ha hundido!
Raquel Fernández
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