viernes, 5 de septiembre de 2014

Con nombres propios

Honrada me siento por ser hoy vuestra voz, la voz de un pueblo.

Para los primeros que llegaron, para los que habéis venido después, mi pluma ha escrito una historia. Una historia con la que he intentado resumir la esencia de las gentes que aquí vivieron y ahora viven; la de aquellos que lucharon para que sus descendientes se sintieran orgullosos, como yo me siento en su nombre.


A lo largo de mi vida he hablado con los sabios del lugar... nuestros abuelos, nuestros padres. Siempre me ha encantado escucharles... y cada uno me ha ido aportando sus experiencias. Diréis que ya se han escrito libros sobre Talavera, la Nueva, que lo que expongo no es nada nuevo, pero para mí la verdadera historia de un pueblo, de un lugar... para que brille con su verdadera luz, debe estar escrita con "nombres propios".


Foto: Reino de Barataria

De los primeros no sé ni nombre, ni apellido, ni apodo... sólo que aquí vieron una tierra fértil y se asentaron en la villa romana de El Saucedo. Esto fue hace mucho, mucho tiempo... en el siglo primero de nuestra era, pero el narrador en el que ahora me transformo ha decidido saltar muchas décadas y hacer una parada en el tiempo.

Es momento de cerrar los ojos y concentrarnos, para al abrirlos poder mirar lo que nos rodea en "blanco y negro"; el tono con el que lograremos retroceder hasta los años cincuenta del siglo XX.

Erase una vez un pueblo. Un pueblo cercano a Talavera de la Reina, que compartía su nombre, aunque no su apellido, porque "nueva" era su savia. Un pueblo que empezó desde cero entre tierras de cultivo.

Primero fueron los "barracones". Algunos allí vivieron y lo recuerdan como si hubiera sido ayer. Trabajaron muy duro para ver en pie sus casas y las de otros que fueron llegando más tarde. 

Más de cien familias de jornaleros de distintos puntos de la comarca encendieron aquí su lumbre... la de sus braseros, la de sus candiles; también esa lumbre con la que calentar las "catas" de sus matanzas... y sus migas y sus puches... y sus buenos cocidos para aguantar de sol a sol en el campo.

Un pueblo con un primer alcalde, don Felipe Rodríguez y con dos escuelas, la de niños y la de niñas; y sus maestros: doña Adela, don Ricardo, doña María y don Gervasio.

Un pueblo con una iglesia... y un patrón, San Francisco de Asís; y con un cura, don José y una alta torre... con su campanario y sus cigüeñas.

Un pueblo con un médico, don Olimpio y por supuesto un alguacil; ese hombre orquesta que también era cartero y pregonero, el señor Valentín.

Un pueblo con una plaza que ¡Mmmmm olía a pan!...  porque en una de sus esquinas se horneaban las hogazas que fabricaban el señor Cándido y la señora Paula.

Una plaza en cuyos portalillos se abrieron las primeras tiendas. La de la señora Justa y el señor Moreno, la de Flores y la de Jacinto y Virgilia, que trajeron al pueblo los primeros cántaros y los primeros botijos.

Tampoco faltaban los helados y el rico agua limón granizado que elaboraban los hermanos José y Flores que se colocaban allí, frente a la iglesia, los domingos y festivos, para endulzar y refrescar los paladares durante los meses de calor. Años después llegaría el quiosco, en el que tantos hemos comprado golosinas al salir de misa.

Y qué decir del cine. También los domingos y los jueves. Lo traían en tío Rebulle y el tío Pichurrique. Era una cita muy esperada por niños y no tan niños. "Silla en mano" familias enteras corrían hasta el patio donde se reproducía la película seleccionada para esa semana... Esto fue así, hasta que se abrió la sala de cine "López" en la que ahora es la plaza de la Constitución.

Pero Talavera, la Nueva también ha sido centro de otras artes. Entre sus vecinas grandes "artistas del hilo" que se reunían en sus barrios para coser y coser; para dar vida y color a sus deshilados y sus bordados.

La alegría de vivir ha estado presente siempre en este pueblo y en esta plaza, donde aún quedan cosas por contar. Algunas han cambiado poco desde entonces... La plaza sigue siendo "centro" de los festejos, antaño incluso taurinos. Tableros en los portales y carros alrededor servían para vallar una improvisada plaza de toros, pilón incluido. De esto algo sé, porque a mi familia por parte de padre, aquí en el pueblo, les apodaron los "Cordobeses", en honor a uno de mis tíos al que le gustaba saltar de espontáneo a los ruedos.


Y no podemos olvidar el primer bar, el de Teodoro, donde además de los botellines y las partidas de cartas para los mayores, por "una peseta" los niños podían ver los programas infantiles en la televisión. Pero donde Teodoro también se podía bailar y bailar en la discoteca.

Para bailar, música. Los primeros músicos de Talavera, la Nueva tenían una orquesta, los "Zeyde". Félix al acordeón, Julio a la trompeta, Antonino al saxo y Cirilo a la batería. De esto también algo sé... a mi familia por parte de madre nos llaman los "Músicos" o los "Navalqueños".

Y al son de esa música que es la vida, la historia de este pueblo ha continuado ampliando sus páginas... Se sigue escribiendo también hoy, en esta misma plaza...


Me permitirán que con orgullo dedique este relato a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos; a los que están y a los que se fueron. A mi tío Cirilo tocando su batería y a mis abuelos. A los paternos, Iluminada y Vitorio (Los cordobeses) y a los maternos, Elisa y Pedro (Los navalqueños); que nos han enseñado a valorar lo que tanto sudor les costó, como a tantos y tantos agricultores y ganaderos de esta tierra.

A todos. A los primeros que llegaron, a los que habéis venido después, os dedico estas líneas que mi pluma ha escrito.


Raquel Fernández


 





















8 comentarios:

  1. Me encanta que pintes con palabras, porque veo las palabras con tus colores

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  2. Gracias, Javi. Desde niña me ha encantado pintar con palabras. Nací con un ricito como pelo y una pluma en la mano, nada de pan bajo el brazo jjj Muchos besos

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  3. ¿Desde la perspectiva de la emoción se puede evaluar un trabajo? Me preguntaba... La respuesta no me ha dejado lugar a dudas.
    Me he sentido identificada en tu relato, involucrada en esas vivencias que trazas. Por unos momentos, me he trasladado a aquellas calles que describes, perfilando mi figura de niña con las trenzas que cada día, pacientemente me hacía mi madre. Los juegos y peleas con los hermanos. El paseo con las amigas. El característico olor a domingo. Un mundo de sensaciones que han invadido mi ser.
    Un discurso impecable, desde la calidez de lo entrañable, sin apologías de banderas, escrito con y desde el alma. Gracias en nombre de tus abuelos, de padres, tíos y primos. Gracias desde el corazón.

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  4. Gracias a ti. Ahora la emocionada soy yo, mucho. Y sí, escribo con y desde el alma... La pasión por la escritura reside ahí y aflora en cada una de mis líneas. Os quiero

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  5. Cuando se escribe desde el alma se nota,y esas son las palabras que de verdad llegan..y consigues que lleguen muy dentro. Gracias por dejar que participemos de ello....Te queremos

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  6. Estas palabras muy bonitas por cierto han hecho emocionarme de los muchos recuerdos que han venido a mi,recuerdos muy bonitos que siempre estarán conmigo,gracias.

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    1. Me alegra mucho que te haya gustado, más aún que te haya emocionado. Llegar al corazón del lector a través de las palabras es uno de los mejores regalos que puede tener esta artista de pluma y tintero. Gracias!

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