Bienvenidos al mundo al revés, a esa escuela "patas arriba" que tan magistralmente nos describe Eduardo Galeano. A esa jungla en la que vivimos. Bienvenidos.
Foto: Reino de Barataria |
Ya sabemos que el poder corrompe, pero más aún a aquellos que no saben manejarlo, aquellos que endiosados olvidan que mañana tendrán que devolver su cetro imaginario para sentarse en el suelo entre la plebe.
Porque son eso, una parte de la plebe, cuya ambición les ha hecho perder los escrúpulos hasta el punto de que su pulso ya ni tiembla a la hora de cortar cabezas o maquillar la verdad. Son marionetas del poder que tratan que imponer a otros esos hilos a los que están enganchados.
Personas sin vocación, inseguras, cobardes, que se apoyan en quienes les repiten un "sí, bwana" para sentirse mejor y que no son capaces de darse cuenta de lo pegajosa que es la tela de araña en la que viven. Personas que atacan con gritos cuando se les hace crítica, personas que utilizan artimañas infantiles cuando se descubren sus mentiras y echan balones fuera.
Lo bueno es que esa medicina que utilizan no es para nada efectiva. Son tan patéticos, que sus movimientos viperinos no finalizan con una picadura mortal; hasta su veneno es torpe y fortalece a sus víctimas. Van dejando a su paso un reguero de injusticias nada sutiles, que día tras día, se van haciendo más y más evidentes. Es tal la vergüenza ajena que produce observar cómo actúan, que es imposible no pensar en el final nada feliz que les espera.
Ante esta lamentable realidad, algunos deciden ponerse vendas y jugar al sálvese quien pueda. Otros intentamos contarlo... y aunque de momento nuestra voz no tiene demasiada fuerza porque tratan de silenciarla, sí hemos optado al menos por narrarlo a modo de fábula.
Precisamente por este tipo de gestos, esas hienas que protagonizan este ensayo, tachan de rebeldes o de locos a los que desmaquillan con palabras sus engaños.
Desde aquí les respondemos:
¡Bendita locura la de aquellos que cada día podemos mirarnos de frente en un espejo!
Raquel Fernández
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